La materialización del edificio apuesta por la sencillez y vinculación con el lugar, utilizando materiales tradicionales propios de la región. La fachada del nuevo edificio adopta un sistema de celosía cerámica basado en el apilamiento de piezas cerámicas que generan diferentes tipos de huecos entre ellas, como elemento conceptual para el diseño del edificio que además de modular la radiación solar, tener gran durabilidad y bajos costes de mantenimiento, enriquece la estética de la construcción dotándola de un carácter representativo.

El edificio formalmente se estratifica horizontalmente en tres niveles: un zócalo de aparcamiento sobre el que descansa el nivel superior compuesto por dos plantas en las que desarrolla el programa funcional.

La disposición de la planta zócalo permite a la vez distribuir las plazas de aparcamiento cubiertas, salvar el desnivel topográfico existente en la parcela entre el acceso al recinto y el aparcamiento previsto para presidencia, y dotar de presencia al edificio.

El diseño del edificio obedece a estrategias bioclimáticas, que se basan en reducir el consumo mediante la compacidad tipológica, el diseño de la fachada, la morfología del edificio y los materiales utilizados para conseguir un máximo aprovechamiento energético.